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LA TORTUGA DE MENGIBAR

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jueves, 2 de agosto de 2018

SUBIDA AL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA DESDE MENGIBAR

27/07/2018.- A petición de nuestros amigos Carmen Ortega y Fernando López, se organiza, de manera no oficial, esta subida al Santuario, a la que, lamentablemente no pude asistir (es la primera que me pierdo desde que pertenezco a esta estupenda Asoción "La Tortuga de Mengibar".
Fue un pequeño grupo de Mengíbar y Linares, arropado por dos coches de apoyo: Alonso Torres - Carmen Buitrago y Francisco Valenzuela - Emi Saeta. Según me han comentado echaron una estupenda noche, por la compañía, por la buena temperatura y por las aportaciones de las personas de apoyo que hacen una labor que no se puede describir con palabras.
A continuación os dejo con la información, de primera, mano facilitada por nuestra amiga Carmen Ortega.
Pbp. 


SUBIDA A LA VIRGEN de la CABEZA, desde Mengíbar (27 de julio de 2018).- 
 
Siempre hay un motivo para dar gracias, y, esta vez, tocaba en una noche de “luna llena” (que, a más a más, iba a ser también una “noche de eclipse de luna” y “una noche de luna de sangre”… y una noche en la que Marte se encontraría en su punto más cercano a la Tierra desde 2003, por lo que el planeta rojo parecería más grande y refulgente… ¡se puede pedir más…!).
El día 27, un poco antes de la diez de la noche, nos disponíamos a dar “la vuelta a la iglesia” y visitar la capilla de la Virgen de la Cabeza en Mengíbar, gratamente acompañados de algunos “tortugas” que afrontaban su enésima subida al Santuario, con la sola excusa de “arroparnos”, o “prepararse para su Camino Ignaciano”, o…
Ir a la Virgen no necesita de ninguna excusa. Ir a la Virgen es, simplemente, una determinación: nos vamos a la Virgen… y punto…
El día comenzaba a llenarse de penumbra, cuando Mengíbar empezaba a quedar atrás.
Y, nosotros (a pie, Yanina, Diego, Manolo, Isaac, Pepe, M.ª José, Fernando y una servidora –Pedro, desafortunadamente, y aunque lo intentó por todos los medios, finalmente no pudo acompañarnos–; apoyándonos incondicionalmente y sin tregua Emi, Francisco, Carmen y Alonso), en poco más de una hora ya estábamos en Cazalilla, primer punto de descanso de este largo camino.
Vendrían luego Villanueva (y nuevo descanso) y, después de cruzar el Guadalquivir, su campiña que se encamina a La Quintería y, en paralelo al Arroyo Escobar, busca la Casa del Rey (muy cerca de la que haríamos un nuevo alto en el camino). Tras el descanso, nos encaminamos hacia la Casería de La Parrilla y poco después de encontrar la carretera del Santuario (y tras unas siete horas de caminata que anuncian que los 30 primeros kilómetros ya están superados), hallamos reposo en Los Pinos.
El camino prosigue dirigiendo los pasos hacia las Viñas de Peñablanca y, al llegar a la altura del monumento al peregrino, pueden verse, a lo lejos, las luces del Santuario (¡Madre mía… qué lejos está todavía…!).
Los repechos de subida dan una tregua y empieza el descenso hacia el río Jándula. En la curva de “la carga de paja” pasamos junto a “la Piedra que habla”.
Para entonces la luz de la luna ya se apagaba y comenzaba a llegar el alba. Un suave frescor (que reconfortaba hasta el alma), acompañaba los primeros pasos del día.
Cuarenta kilómetros van superados con creces cuando a la vera del río, intentamos dar un rato de descanso a los pies… Y, otra vez, sin tregua ni cansancio, sin desfallecer ni un instante, enésimo momento de apoyo sin fin de Emi, Francisco, Carmen y Alonso.
Y toca, ahora, subir.
Pasamos por Lugar Nuevo, entramos un momento en el área recreativa del Jabalí (última tregua de un camino que parece no tener fin) y, aunque el Cerro está cerca, el asfalto sigue castigando, inclemente, los pies. El cansancio, va pesando cada vez más. Pero el espíritu no se rinde. La Virgen espera paciente para abrazar a sus hijos (bálsamo para el cuerpo, plenitud para el alma). Y nosotros bajamos la cabeza y, sin rendirnos, seguimos adelante.
Por la vereda (¡por fin dejamos el asfalto…!) afrontamos los últimos 4 kilómetros que nos dejarán en el Santuario. Foto bajo el Arco, subida de la Calzada y… ¡prueba superada…!
Doce horas, y casi cincuenta kilómetros de asfalto inmisericorde, nos han llevado desde Mengíbar hasta la Virgen de la Cabeza.
Toca ahora dar las gracias (por todo lo que sin pedir recibimos, por todos los dones concedidos, e, incluso, por todos aquellos que aún no se han conseguido y en sus manos dejamos confiados…). Gracias, Señora.
Yanina, Manolo, Diego, Isaac, Pedro (lo intentaste hasta el último momento y, aunque no venías caminando tú también estabas presente) ¡gracias…! Y, por supuesto, a vosotros, Pepe y M.ª José, que, aunque teníais que estar temprano en Linares y solo pudisteis acompañarnos algo más de la mitad del camino, hicisteis un esfuerzo y estuvisteis también a nuestro lado…
Gracias a los que estuvisteis con nosotros y a los que queríais estar, pero no pudisteis (¡cuántos, por un motivo u otro, se quedaron con las ganas!, ¡cuántos habríais caminado a nuestro lado si la distancia –la enorme distancia que nos separa– no existiera…). A todos los que siempre estáis, en definitiva, presentes de corazón… ¡Gracias por vuestra compañía y aliento…!
Sin una motivación (o devoción, o fe, o ganas de ver a la Virgen, o… llámesele como se quiera…), sin el apoyo de los compañeros de camino y, sobre todo, sin los coches de apoyo, sería muy difícil superar esta dura “prueba”.
Gracias Emi y Francisco, Carmen y Alonso (hoy –y no es la primera vez–, habéis sido vosotros, como en otras ocasiones han sido Juan y Antonia o Manolo y Luci, o…). Sin vuestro compromiso y abnegación, sin vuestro apoyo y entrega, sin vuestra implicación y generosidad, totalmente desinteresados, sería totalmente imposible salir airosos de semejante desafío. 

Carmen Ortega




































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